Los diversos tipos de alimentos ultraprocesados han nacido tras la gran depresión y guerras, dando un cambio generacional cada vez más artifical.
La historia de la alimentación en Estados Unidos ha estado marcada por cambios significativos desde la Gran Depresión. En un contexto de pobreza y hambre, el gobierno de Franklin D. Roosevelt implementó medidas para asegurar que las familias pudieran alimentarse de manera asequible. Esto llevó a la creación de la Dieta Estadounidense Estándar (SAD), que, aunque buscaba mejorar la nutrición, terminó favoreciendo el consumo de alimentos ultraprocesados.
Durante la década de 1930, la preocupación por la desnutrición de los jóvenes llevó al gobierno a aumentar la producción agrícola y a introducir alimentos con más calorías. Sin embargo, esta estrategia también permitió que las empresas comenzaran a enriquecer los alimentos con vitaminas, lo que facilitó la elaboración de productos ultraprocesados.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la suburbanización y el auge de los supermercados transformaron la forma en que se consumía la comida, dando paso a las “cenas de TV”, que ofrecían conveniencia a bajo costo, pero a expensas de la calidad nutricional. Posterior se dió el nacimiento de la agencia que evaluaría el valor nutricional de los diversos productos alimenticios con la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA).
Hoy en día, el 58% de las calorías consumidas en EE.UU. provienen de alimentos ultraprocesados, lo que ha contribuido a un aumento alarmante en las tasas de obesidad y enfermedades no transmisibles. La Asociación Estadounidense del Corazón ha señalado que, a pesar de los esfuerzos por mejorar la seguridad alimentaria, es crucial adoptar un enfoque más integral hacia la seguridad nutricional.
La crisis actual de alimentos ultraprocesados es el resultado de decisiones históricas que priorizaron la conveniencia y el bajo costo sobre la calidad nutricional. Es fundamental que los consumidores sean conscientes de estas dinámicas y busquen alternativas más saludables.
La transformación de la dieta estadounidense es un tema complejo que requiere atención y acción. La elección de alimentos más saludables no solo beneficiará a los individuos, sino que también contribuirá a un sistema alimentario más sostenible y nutritivo.
Recomendaciones:
Priorizar frutas, verduras y granos enteros en lugar de productos ultraprocesados.
Informarse sobre los ingredientes y el contenido de los alimentos en sus etiquetados nutricionales.
Preparar comidas caseras para tener un mayor control sobre los ingredientes.
Comprar en mercados de agricultores para acceder a productos frescos y de temporada.
